10 de febrero de 2009

Una tarde


Me desperté en un campo lleno de fosas, algunas para cadáveres y otras para los desechos humanos...la pestilencia flotaba en el pesado aire de un enero sin frío. No era una ciudad muerta, podía ver árboles y las pisadas de los habitantes. Como sonámbulos, actuando bajo el influjo del sueño -lo más cercano que hay a la muerte sólo que la tierra que cubre los cuerpos es traída por el vientecillo que surge de la endeble lucha del invierno ficticio y el verano que clama su acostumbrado plazo.



En esta ciudad se compra y vende cualquier cosa, desde un cigarro de mariguana, unos ojos, hasta la libertad. Casi por instinto recorro las calles vacías, me siento en las escaleras de un viejo edificio..escucho a unos niños gritar en alguna parte del edificio, un viejo escupe y me pregunta cuál autobus lo lleva a no sé qué lugar y le contesto que no conozco estos lugares, me habla de sus nietos y me regala un anillo de plata, simple pero algo tallada por el uso, lo pongo en mi índice derecho. Desde el escalón veo un pájaro que parece una paloma pero parece que aquí las palomas se fueron donde vieran más esperanza y menos calor; el viejo sigue hablando me levanto y veo a lo lejos una oruga gigante con ojos luminosos, la abordo ¡qué más da hacia donde me lleve!



La ciudad ahora está a oscuras aunque está dormida todo el día.
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(Foto tomada ayer en la calle Cepeda, entre Juárez e Hidalgo)




3 Fisgones morbosones:

Anónimo dijo...

Esas visiones son prácticamente imposibles de detectar en el televisor y eso que están mucho más cercanas a nosotros que las transmitidas desde lejanas canchas de futbol.

Lo accesible se vuelve una elección para el que navega entre las semanas: caminar y evidenciar ó apoltronarse y suponer. Las historias las seleccionamos tambien ó de locutores extranjeros ó de los viejos paisanos. Por lo menos resulta reconfortante saber que aún podemos elegir ó creer poder hacerlo.

Eduardo Cabreado dijo...

Ésas historias del centro son un must cuando uno se pasea por esos lares...aunque fíjate que tengo más suerte para esos encuentros bizarros en los mismos camiones o con los ruleteros.

TeReSa dijo...

El centro es la cuna de la locura...está llena de hombres topo, ratas, guajolotas, y es gobernado por chapulines...


Parece bestiario :P