6 de enero de 2009

La horma


"Our little group has always been
And always will until the end"
Nirvana
No hay horma perfecta, vivimos ajustándonos a las situaciones, a la personas, al mundo...Aunque haya molestias, preferimos aguantarlas a quitarnos el zapato que nos gusta, que nos hace encajar y dentro de la supuesta originalidad del zapato terminamos dentro del grupo. Esa es mi analogía cuando de relaciones humanas se trata.


¿En qué momento determiné qué es lo que quería y lo que no? Sigo indagando en mi memoria para encontrar el punto exacto donde me dije que prefería estar fuera del círculo principal. ¿Fueron mis padres, el solsticio de verano, la situación económica, tener los dientes chuecos o todo eso junto? Cuando me la quise dar de independiente o solitaria y terminé escribiendo esto en un blog de internet?


Pasearme por la calles sin prestar mucha atención, a veces sólo para criticar...criticar el hecho de ver grupitos de personas contentos de ser uno mismo, ver cuando el novio camina del lado externo de la acera ("los prejuicios se hacen ley"), enviando mensajes de texto al novio que no responde en 30 segundos los mensajes, mirando el mismo aparador de ropa.


Y qué tengo yo que me hace sentir diferente?? He hecho en alguna ocasión lo que antes dije, por comodidad tal vez, por lo fácil que es envolverte en la moda, porque me cansé de estar sola, ya ni sé...Me imagino que la diferencia radica en que no hago de esto una rutina de vida...


¿dónde me perdí? ¿dónde encontré mi camino?

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4 Fisgones morbosones:

Anónimo dijo...

Fractal ?

Eduardo Cabreado dijo...

Podría decirte que al final no importa cuál haya sido la causa si al final le puedes sacar provecho a esa casualidad...mas el problema es que la casualidad no existe, no tratándose de esas cosas que le dan rumbo a nuestras vidas.
Tal vez si sacas de quicio a más de una persona y te terminan recriminando tu "rareza" te den pistas gratis "de pura casualidad" hacia la verdad.
Aunque en lo que a mí respecta es hasta la crisis de la mediana edad cuando en el transcurso de los años ya se ha acumulado suficiente evidencia para llegar a una conslusión.

¡¡Saludos!! (...o buenas noches)

Anónimo dijo...

En tiempos de Mozart habían 800 millones de personas en el mundo. Se conocía pocos entre sí y caías rendido sin darte cuenta ante el estilo de un personaje admirado. Las creaciones humanas, dígase una sonata, tenían un solo dueño -compositor- y el resultado era algo novedoso con pocas influencias.

Hoy hay 6,700 millones de personas y disponemos de adictiva tecnología para ponernos en contacto con muchísimas de ellas sin importar su localización en tiempos pequeños. Entonces ya no caemos rendidos ante el estilo de un personaje sino ante uno de muchos fríos promedios. Ser seguidores de algo sin nombre ni apellido propios nos parece seguir a la nada, porque propiedad de todos igual a propiedad de nadie. Las "creaciones humanas" actuales ya no existen como tales: No existen ni el "inventor del carro", ni el "inventor de la computadora" ni el "inventor del internet", etc. Aunque nos duela aceptarlo, al pasar el tiempo, vale más la sociedad (esté como esté) que el individuo promedio.

Entonces, aquello toma fuerza y se convierte en una globalización que llega súbitamente desapareciendo las tienditas de las esquinas y las viejas tradiciones, a modo de supervivencia del más apto. Al principio nos parecen extrañas pero al poco tiempo las consideramos familiares: la virgen de guadalupe, los brasieres, el pollo kentucky...

Tenemos una maquinaria cerebral que separa bastante bien las apariencias de bien/mal, placer/dolor, atracción/aversión. Hacerlo "bien" no quiere decir que todos consideremos a los mismos objetos relacionados con cada extremo de las parejas mencionadas. Más bien, que somos tajantes a la hora de asignarle a los objetos cotidianos uno de dos estados -placer, dolor- al "socializar". Comparando cerebros -también socializando- nos damos cuenta que a la maquinaria de neuronas "le vale madre" asignar bien/mal a digamos, las canciones de los bukis, las viejas encueradas, las sinfonías, las telenovelas, etc. Es información demasiado abstracta para catalogarse objetivamente. Irónicamente al asignar bueno/malo a diversos objetos tajantemente, estamos dejando de ser objetivos.

Sin embargo, parace que la vida tiene sentido, si en una forma constructivista, acumulamos placer, en forma creciente, con pocos baches, desde la cuna hasta la tumba. Se vale repetir objetos, porque los olvidos de diversos grados permiten regocijarse con las rutinas (reciclando objetos), y (re)encontramos atractivos los sorbitos de coca-cola, las páginas con curiosidades sexuales, cantar a todo pulmón nuestras viejas canciones favoritas y embelesarnos con un fractal.

TeReSa dijo...

Pos sí, un fractal...así soy, sin razonamiento matemático, aunque Yorch se empeñe en aparecer con sus comentarios al estilo "how stuff works"...jajajaja.

Cuando exasperamos a alguien voluntaria o involuntariamente no nos quedamos a preguntar por qué se alejan o por qué siguen a nuestro lado.

Gracias por los comentarios.