7 de enero de 2009

Astillas



El cactus se impone
el polvo atraviesa tus pestañas,
oscuridad temporal
calor asfixiante en casa
mi alma es desgajada
por las espinas secas del mezquite
quedarán las astillas
entre la tierra reseca
y tú,
¿qué rescatarías
de entre los restos?

3 Fisgones morbosones:

Anónimo dijo...

Los restos son nuestro desierto. Fuimos traídos hacia él por nuestros padres y a fuerza de costumbre ya lo consideramos nuestra identidad sin "tener la culpa"; sin embargo, estamos más que listos para desertificar otros vergeles. El alma se desgaja quizás por un bug de software que seguramente será reparado en breve, aunque no nos toque verlo en vivo y a todo color. Lágrimas, para eso están, para minimizar los efectos del polvo que libra más allá de las pestañas. Pero luego, las lágrimas al igual que las pestañas, quedarán de adorno con el polvo más empecinado. Ese adorno entonces se vuelve un potente afrodisíaco en pleno desierto.

TeReSa dijo...

Traté de hacer un poema -por llamarlo así- con elementos más comunes por estos lares, aquí no hay lluvias, ni neblinas, o densos bosques oscuros...

Sólo luminisidad del sol y polvo que se mete hasta la garganta.-

Anónimo dijo...

A fuerza de costumbre quizás, adoro el desierto y sol laguneros. Es algo que "no estará" cuando ya no estemos vivos. Es algo digno de ser extrañado, en el remoto caso que pudieramos seguir practicando el verbo extrañar estando biológicamente desbaratados.

Irónicamente, no es tan triste el no poder haber logrado algo en la vida, el soltero una esposa, el casado otra amante... porque llegará el momento en que la muerte imposibilite el angustiarse por cualquier cosa. Ese vacío, aunque no del todo exacto, nos lo recuerda nuestro desierto, el que deja claro que por falta de la amorosa agua, no abundan alrededor otros amores del tipo verde y de sensuales frutos. Eso sí, actúa como un excelente filtro para diversas debilidades de valles lejanos.