14 de octubre de 2008

Sin nada que decir y hacer

A veces, cuando llego cansada a casa y tengo ganas de dormir hasta el otro día me pongo a pensar en mi cama acerca de cómo puedo estar tan agotada si realmente -físicamente- no hago la gran cosa. Supongo que es el hecho de estar en joda en el trabajo, escuchar lo mismo una y otra vez, hacer el recorrido diario a casa y presenciar con indiferencia lo que acontece alrededor, trato de despejarme haciendo ejercicio porque lo pintan como la panacea y nada, sigo cansada. Tengo 24 años y por supuesto que he escuchado a los mayores y a los viejos preguntarme cómo es que los jóvenes son tan apáticos, porque si ellos tuvieran nuestra edad harían no sé que cosas...

Algunos se refugian en la consabida salidita del viernes con borrachera de 3 días, bien por ellos, unos se van con el novio o la novia a quedarse sentados, bien por ellos, otros a cenar, a sentarse en la esquina con los amigos...como sea. ¿qué más hay allá fuera que no vemos y lo mejor que se nos ocurre es aburrirnos?

"¿Qué les queda a los jóvenes?"

¿Qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de paciencia y asco?
¿sólo grafitti? ¿rock? ¿escepticismo?
también les queda no decir amén
no dejar que les maten el amor
recuperar el habla y la utopía
ser jóvenes sin prisa y con memoria
situarse en una historia que es la suya
no convertirse en viejos prematuros

¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de rutina y ruina?
¿cocaína? ¿cerveza? ¿barras bravas?
les queda respirar / abrir los ojos
descubrir las raíces del horror
inventar paz así sea a ponchazos
entenderse con la naturaleza
y con la lluvia y los relámpagos
y con el sentimiento y con la muerte
esa loca de atar y desatar

¿qué les queda por probar a los jóvenes
en este mundo de consumo y humo?
¿vértigo? ¿asaltos? ¿discotecas?
también les queda discutir con dios
tanto si existe como si no existe
tender manos que ayudan / abrir puertas
entre el corazón propio y el ajeno /
sobre todo les queda hacer futuro
a pesar de los ruines de pasado
y los sabios granujas del presente.

Mario Benedetti




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