Hace un año murió mi papá.
Un cáncer invisible fue la causa, ni siquiera sabíamos que estaba así de enfermo, creo que él tampoco lo sabía, simplemente su cuerpo se colapsó y dejó este mundo. No hubo funeral ni velorio; primeramente porque ninguno de mi familia teníamos ganas de atender a nadie y la pandemia impedía reuniones. Aun me cuesta hablar de ello, simplemente un día lo escuchas en una llamada y horas después te avisan que los doctores no pudieron hacer más para ayudarlo.
Originalmente, escribí esto en octubre 2021, a la fecha no tengo palabras para expresarme ya que siempre me ha costado ser abierta a mostrar cómo me siento. Me reconforta saber que lo escuché y hablé con él antes de entrar al hospital, siempre tuvimos contacto y a pesar de la distancia me sentía apoyada y cuidada por él, fue un buen padre e hizo lo posible por cuidarnos.
He aprendido a enfrentar el hecho de que no lo volveré a ver, que la casa no será la misma sin su presencia física pero sé que será parte de mí hasta que yo también me vaya. El dolor está presente pero lo asimilo poco a poco, no es fácil dejar pasar que tuve a alguien por 36 años a mi lado y que no volverá.
Queda lo vivido y sé que así nunca morirá.