10 de febrero de 2013

Aquello que me inventé

Son estos momentos en la que me veo sentada en el colchón de mi cuarto, despertando después de 4 horas de sueño y bien sé que podría seguir durmiendo todo el domingo, enciendo la tele y una simple historia de amor me hace lagrimear por el final feliz. 

Así era yo hace 10 años y sólo han cambiado las coordenadas de mi ubicación, no es tan malo como visualizaban mis profesores de la prepa cuando decían que teníamos que madurar y ser aquellos que ellos no pudieron ser, qué más da si sigo siendo la misma ridícula extraña que se desvela para divagar un poco. 






3 Fisgones morbosones:

Eduardo Cabreado dijo...

Mientras estemos bien con quienes somos, no importa lo mucho o poco que hayamos cambiado. De hecho madurar no es cambiar, solo es agregar extras a lo que fuiste, eres y siempre serás.

TeReSa dijo...

Pienso igual, dicen que infancia es destino.

Salu2, Doc!!

yobailopogo! dijo...

¿madurar? ni que fueramos fruta