4 de mayo de 2012

La que no fui

La verdad es que recuerdo tan poco de mi niñez y no sé si asustarme o sólo decirme que eso ya pasó y lo que me atañe es lo que tengo ahora. Por ejemplo, no me acuerdo de haber tenido una fiesta de cumpleaños, es triste ¿no? Lo más que evoco son asuntos por decirlo serios, sin sufrir carencias de techo y comida, siento que me alejé voluntariamente de los asuntos infantiles por el presentimiento de que son tan irreales y me convertí en una solitaria y temorosa. Me encontraba ajena a la realidad, pero sabiendo que no puedo escapar de ella o preguntándome por qué estoy en esa situación precisa.

Hay cosas tan triviales como ir a un circo, al cine, al parque que no me son familiares en mi memoria y hasta la fecha me resultan un tanto engorrosos, incluso aprendí a fingir diversión o alguna sonrisa ante los mimos de los adultos. Me aburrí muy pronto de la edad en que dicen que es la mejor. Siento que los momentos más tranquilos fueron cuando veía la tele o tomaba la bicicleta y me iba lejos, allá dónde aun no había casas. La sensación de huída permanece aun dentro de mí. Tal vez no fue buena idea aprender a leer a los cuatro años, pero no fue mi culpa, de repente un día las palabras tuvieron sentido y me dijeron que eso era leer, después de todo encontré el refugio que necesitaba aunque permaneciera encerrada en casa.

Como sea, he aprendido muchas cosas empezando por dejarme llevar y no tener miedo de mi misma, sigo siendo solitaria, un tanto errática y la angustia aun hace nudos en mi estómago. Pero poco a poco voy tejiendo trozos de las memorias que guardaré.

Aunque sigue sin gustarme guardar ni coleccionar nada...Necesito simplicidad y poco bagaje.



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