Bueno, sé que debería estar acostumbrada a estos vaivenes laborales en realidad soy buena adaptándome aunque las condiciones o situaciones no sean mejores a las que tengo de frente y voy dejando, pero tal vez esta misma adaptabilidad me convoca un sentimiento de pertenencia a los lugares supongo que es un mecanismo de defensa que me hace no tambalearme y desconcentrarme de mis objetivos.
Cuando nos dijeron que teníamos que regresar a la oficina de México, casi sin pensar se nos fueron las horas entre que hacíamos llamadas, verificábamos los horarios de vuelos y hacer maletas. No es fácil empacar después de que has estado más de 8 meses en un lugar.
Justo hoy me informaron que regreso a Sonora, los tan proclamados cambios en la oficina ya no me incluyen si es que por fin se llevan a cabo. Aclaro que me sentí nerviosa y no tanto por no saber a dónde me enviarían sino porque sí tenía una idea de lo que pasaría con mi grupo y el lugar a donde nuestros "patrones" decidieran en qué área nos pondrían. La verdad que en este tiempo el jefe con el que estoy es con quien más hemos tenido oportunidades de hacer las cosas mediante al criterio personal y no sólo como borregos.
En fin, sólo tengo una sensación rara de redescubrir mi departamento polvoso, frío y oscuro. Estoy acostumbrada a estar sola, pero no dejo de sentirme aliviada de contar con mi amiga que ya tenía meses sin verla y como siempre romper nuestra respectiva monotonía por las calles del DF. A veces me pongo a pensar en cómo extrañaré esta ciudad.
Suerte que nunca desempaqué del todo, sin embargo en una especie de catarsis me deshice de algunas cosas que sentí de más en especial ropa, guardé libros ya leídos, películas...y a decir verdad, esto me sirvió para irme preparando para la mudanza de regreso a casa.
Se me está volviendo costumbre conmemorar cuando completo una centena de entradas, llegué a las 500 entradas y no sé por qué me parecen pocas, una especie de culpa por no dedicar un espacio para escribir, esta semana fue algo intensa respecto a cambios.
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