8 de junio de 2011

Línea divisoria



Hace poco más de un mes me mudé a esta ciudad fronteriza del norte del país, no faltaron las voces de mis conocidos que me señalaron la cotidiana violencia de los Estados norteños, se supone que está ciudad es tranquila en lo que se refiere a balaceras, ejecutados, secuestros y la diversidad delictiva que está caracterizando a México. Puedo decir que se vive en una calma aparente, la plaza está controlada es el dicho de los habitantes.

Algunos aspectos no me son extraños puesto que crecí en otra ciudad del norte, si bien no deja de ser nuevo para mí en especial el hecho de ver las garitas siempre llenas, el ir y venir de personas que pernoctan aquí y trabajan allá y viceversa, así como la muralla antimigrantes. Cerca de donde rento, se ven los migrantes en espera de que sean llamados a un trabajo eventual, salen con la luz del día y para la tarde han desaparecido.

De repente te topas con personas que piden ayuda o venden dulces para mantenerse mientras cruzan "al otro lado", un día sucedió que un señor que decía ser ecuatoriano mencionaba que entre nosotros (de México para abajo, creo) debíamos ayudarnos, que él conoció la discriminación en este país de bronce pues aquí rechazamos de igual o peor manera que los gringos. A decir verdad reconozco que lo que él dijo tiene su parte de razón. Semejante a todos los países de América también México nació de la migración si bien muchos hubiesen preferido que los genes indígenas no perduraran. Y como no podemos querer a quien tiene nuestros mismos defectos, rechazamos con vehemencia a nuestros símiles centro-sudaméricanos.

A pesar de las medidas de seguridad impuestas en las dos naciones el tráfico de migrantes aun existe y con creces, las variables son muchas y el resultado el mismo: tratar de conseguir una vida mejor -lo anterior es subjetivo a cada persona. Hace poco hablé con un pollero, me decía que es nativo de Mexicali y junto con otros tipos se dedican a pasar gente a los Estados Unidos, la cuota son US$3.000 por persona. Le pregunté sobre los riesgos y sin inmutarse refirió que en la parte mexicana la policía ya está en la nómina mientras que los güeros sí son de cuidado. El chiste es saber por dónde cruzar y correr machín cuando pase la troca ya estando allá. No lleva más de media hora el asunto, aseguró el cholo-pollero.

Me contaba que el precio incluye llevarte hasta un lugar seguro y sin peligro de que alguien te dé el bajón similar a lo sucedido en otros lugares como Tamaulipas, los polleros han hablado con la mafia y están en buenos términos a cambio de pasar un tanto de droga. Parece todo un paquete de agencia de viajes, le mencioné, el cholo sonríe y dice que hay mercado para todo; me pregunta si me animaría y sólo respondo que ya tengo mis papeles. Está bien, responde, es mejor irse por la derecha.



4 Fisgones morbosones:

Eduardo Cabreado dijo...

Y sin embargo al final llega un momento en el que a nosotros también ya nos es de lo más cotidiano...
Aquel ecuatoriano que mencionaste me recordó mucho a esta canción de la inmortal Mercedes Sosa:

http://www.youtube.com/watch?v=C1zTFsQ4y3M

Aseret dijo...

Así pasa, aquellos que reniegan de su raza tienen a su peor enemigo frente al espejo.

Saluuudos!!!

JuAn dijo...

Que onda pues pasame el numero del coyote no? o mas o menos en que parte de mexicali lo puedo encontrar.

JuAn dijo...

Mi correo es likejaudini@gmail.com