25 de febrero de 2010

La cadena

Y es que es tan fácil echarle la culpa a alguien más cuando nos enfrentamos con los problemas y reluce el complejo de exigencias sin ofrecer lo mínimo. Así lo veo en estos momentos de incertidumbre e inseguridad -real y mediática- donde al parecer nadie es más culpable del narcotráfico y sus consecuencias que el gobierno mismo.
En parte sí y en parte no, haciendo un examen de conciencia habría que reconocer la intensa apatía que nos caracteriza, a quién le importa el prójimo si en mi casa se come 3 veces al día, el fútbol es más interesante que la salud mental de los hijos, confundimos la instrucción con la educación, la crisis nos la pasaron los gringos, y demás argumentos para desligarnos de la parte que nos toca.
A diario se percibe una violencia estructural en la sociedad, son pequeños detalles que marcan la manera en que nos enfrentamos al mundo, hasta el hecho de no barrer la acerca fuera de la casa marcan a las personas al acostumbrarse tristemente a ver una calle sucia, ¿por qué barrer si de cualquier forma se volverá a ensuciar? De esta forma se crea el ciclo de por qués que intentan justificar que este país no se mueva si no es por medio de dinero y beneficio meramente personal, olvidando que no vivimos solos o aislados.
Cuando se habla en las noticias de las cantidades impresionantes de droga incautadas o los grandes capos capturados me queda la sensación de que esto no termina en Puente Grande, sino en averiguar quién y porqué está consumiendo la droga. ¿Nos obligan el Chapo/Beltrán Leyva/La Barbie/etc. a consumir su mercancía? De dónde deriva esa necesidad de embrutecernos y crear un negocio multimillonario que fomenta una guerra sin fin esa es mi pregunta. Miles mueren haciendo el trabajo sucio, sean policías, militares o la denominada "maña".
Todo esto lo pensaba mientras viajaba en el metro y observé un grupo de chavos fumando su porro de mariguana, venían de Ciudad Universitaria (UNAM) así con la finta casi estereotipada del fósil estudiantil, alegando no sé que dramas acerca de la vida, al menos pienso que si llegaste hasta la universidad puedes ser un ser más pensante y considerar el hecho que un simple cigarro de mota crea un mercado de estupefacientes y empieza la cadena. A quién consignar: a los consumidores junto con su proveedor, a los padres, a los maestros, al gobierno...
Es tanta esta angustia existencial en el país que crea una suerte de necesidad del soma que nos obnubile la mente para no darnos cuenta de que no hay vida como la soñamos.

3 Fisgones morbosones:

Anónimo dijo...

Qué te parece si en lugar de café te invito a fumar un porrito?

El Rulfiano dijo...

Siempre he pensado que nosotros mismos somos los culpables de nuestros entorno, como familia disfuncional y apática ante las broncas diarias que nos acechan con la amenaza de embullirnos.
Un beso y un abrazo.

TeReSa dijo...

Rulfiano: Nos estamos haciendo cada vez más insensibles y acostumbrados a lo peor, perdiendon esa capacidad de asombro e inocencia que nos hace preguntarnos qué pasa aquí.