28 de enero de 2009

Victoria y Soledad...(versión TVGS)



Dentro de mí, sucede un fenómeno de comportamiento con otra personas que consiste en irme desprendiendo poco a poco de lo que alguna vez llamo amistad. Puedo pasar un tiempo con alguien y considerarlo un amigo o amiga, pero ciertamente llega un evento o suceso que conlleva a mi alejamiento paulatino de las personas; en especial, la distancia que ha cobrado varias veces su factura en mis relaciones interpersonales.
Baso mis amistades en los intereses y tiempo compartidos, es ahí donde reconozco que se pierde la continuidad puesto que todo está en constante movimiento, pero mi velocidad no concuerda con este movimiento, en ocasiones voy rápido y en otras lento, si bien en ambas no me detengo. Creo que en cierta forma vivo más de recuerdos pero no dejo que interrumpan mi presente.
Sé que puedo ser buena amiga, brindar honestidad y tiempo a quienes son afines a mí y mi espacio, sin embargo, llega el punto de quiebre a lo largo de la amistad en que sin decirlo puntualmente nos decimos "Adiós", ha habido reencuentros pero al menos para mí son a sabiendas de que lo pasado no resurgirá o no hay un camino común, no me queda un mal sabor de boca tan sólo el saber que es fácil para mi quedarme sola. Ignoro en que papel quedo ante los demás con este comportamiento, tal vez me consideren un peso menos o un lindo recuerdo.
Vuelve a mi mente un pequeño párrafo que leí en "Werther" de Goethe:
Conozco mucha gente, pero no tengo compañeros. No sé qué atractivo pueda haber
en mi trato con las personas, muchas me muestran afecto y hasta se complacen con
mi amistad, pero veo siempre con pena que nuestros caminos difieren y no tardo
en alejarme.
Pero al final, con una visión agridulce, reconozco que de los que me he distanciado tampoco han hecho algo para buscarme.

6 Fisgones morbosones:

Eduardo Cabreado dijo...

u__u

Anónimo dijo...

En mi caso, exceptuando a mis familiares cercanos, creo no tener "amigos verdaderos". Se habla mucho que las verdaderas amistades están en las "buenas y en las malas", lo que equivale a pensar que uno no tendría ni siquiera tiempo suficiente "a solas" con su amigo más viejo de todos, su cerebro. Eso es importante, porque en esa masa encefálica viven viejos personajes: nosotros de pequeños, inocentes, ilusionados, entusiastas... que son muy dignos de análisis, estudio y merecedores de darnos buenos consejos hoy que corren tiempos modernos. Son muy convenientes "amigos" al que les puedes hacer "off" sin que se te ofendan y hay que saber hacerlo para que puedas seguir creciendo.

Una amistad muy profunda entre dos ó más cerebros complica mucho las cosas. Uno deja de ser-uno-mismo, llegan las influencias y los mecanismos innatos del tipo compasión y respeto entran como en corrupción. Por ejemplo, llega el momento en que conoces a un amigo X. Al principio todo es respeto, amabilidad, cortesía, etc. Pero el tiempo corre, ambos cerebros recolectan por cada lado, ideas, imágenes, juicios y demás del otro lado y empieza a formarse la famosa familiaridad. Llega el momento en que esta última se confunde con la confianza y empieza cierto desencanto. Ya no todo es cortesía y amabilidad. Las sensaciones de tranquilidad del principio cambian de dulce a insaboro y luego hasta amargo. Por eso los novios de días viven en un "paraíso", donde no ha madurado la famosa familiaridad, esa que está ligada a la prolongada amistad.

Un viejo amigo muy apegado no nos permite ser nosotros mismos, por lo que el otro se pierde -si es que acaso la amistad busca eso- la esencia del otro amigo. Quizás el estribillo ese de que "todo exceso es malo" no esté de más en estas cuestiones, porque parece ser cierto eso de que "todo aquello medible es afectado por su medidor". Si la amistad tipo catorce-de-febrero lo que busca es asociarnos con quienes nos hagan segunda para ocultarnos temores y miserias, entonces quizás sí sea un mecanismo innato social para hacernos felices a pesar del abrumador mundo de amistades ligeras, indiferencias y odios.







"

Vartan dijo...

"...sigo tratando de evitar nuevas amistades y abstenerme de toda intimidad con las anteriores. Todos se han acostumbrado a ello y nadie me importuna, aunque seguramente me tienen por extravagante y soberbio.Pero no se debe al orgullo,es algo involuntario;hay mucha diferencia entre mi educacion, sentimientos, y opiniones y los de las personas con quien me tropiezo aqui, para que yo experimente el mas minímo placer con ellas..."

Cartas. Leon Tolstoi.

TeReSa dijo...

Les ofrezco mi amistad...aunque pasé lo que describí aceptarían???

Anónimo dijo...

Nuestros nick-names han pasado ya por varios meses (o años?) de cordiales intercambios epistolares; no sé quien sea el títere y quien el titiritero, si el nick-name ó la persona de carne y huesos, pero los nick-names han pasado la prueba del tiempo, que no cualquiera...

Parecería redundante ofrecernos para luego definirnos mutuamente como amigos, pero debo aceptar que es agradable recibir una oferta oficial. Si yo iba incluído, acepto. No creo que sea preocupante saber por lo que pasaste ó pasarás. ¿O acaso es tiempo de plantear las cosas de si nos vamos por bienes mancomunados ó separados terminado el tórrido noviazgo? En esas cuestiones aún disfruto la adrenalina de los riesgos y selecciono la primera alternativa, quizás para no caer en las mortificaciones de no poder medir lo inmedible... no se tú...

Vartan dijo...

No problema, si el universo tiende a la entropía, las relaciones humanas también, así que no se aflija si en el futuro sólo seamos recuerdos agridulces. Todo sucede por alguna razón, pero nos autoflagelamos adivinandolas.

salu2.